Ha sido genial volver a teneros en escena, hay que reconocer que habéis pasado de ser un ingrediente carca y casposo, a un auténtico must de la repostería casera “healthy”. Not bad!
Antes pensar en dátiles era boomer: adultos en los 90, con esos entrantes viejunos de dátiles con bacon, pedazo de menú que hacíais con el cóctel de gambas, la ensalada de escarola, el cerdo con piña y la Comtessa o una naranja helada de postre. Fino, fino.
¡Pero os habéis reinventado! Ha sido soltar la panza de gorrino ahumada y ponerse de moda. Ahora pensar en dátiles es mirar a la gente con otros ojos “oye fíjate en esta persona cómo se cuida que en lugar de tomar azúcar toma dátiles” .
Vosotros sabéis que se os ha ido de las manos. Os habéis infiltrado en un montón de recetas y postres para endulzarlos pero sin añadir azúcar.
¿Sin añadir azúcar?
Venga… Reconocedlo
¡Pero si tenéis 66g de azúcar /100g!
En todo caso será sin añadir azúcar blanco, pero añadir dátiles es sinónimo de añadir azúcar, en su matriz ahí toda ella contentita, pero 2/3 de tu peso. ¡Ojo!
¡Si sois azúcar con fibra copón!
¡Perecéis azucarillos de panela alargados!
¿Eso se lo habéis explicado así a la gente?
¡No!
¿Le decís a la gente que ojo los postrecitos y que coman fruta?
¡No!
Vais sacando pecho dentro de galletas y bizcochos como si la gente se estuviera haciendo ensaladas.
Oye, ¡y no pasa nada!
Yo soy el primero que disfruta de un buen #medjool ¡pero a modo “chuche”! ¡No como si me estuviera tomando arándanos!
Siento mucho que esto os duela, pero os lo tenía que decir. Más que nada porque no os veo por la labor de aclararlo, y a la gente que cocina en Instagram cosas con dátiles tampoco es que las vea relativizando mucho.
Prometo seguir contando curiosidades vuestras, como cuando se recuerda que sois de los pocos frutos que se dejan de secar directamente en el árbol, ¡Cosas chulas!
Y por supuesto, siempre os llevaré conmigo cuando vaya a mis rutas… Y es que una de las cosas que más me gusta de vosotros es lo bien que aguantáis las hostias en la mochila.
Espero que también aguantáis un poco la hostia que os doy en esta carta abierta.